"Todo lo interesante ocurre en la sombra, no cabe duda. No se sabe nada de la historia auténtica de los hombres."

Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche.



15 de mayo de 2017

Presencias reales


(Nobuyoshi Araki)


El anciano fotógrafo despierta del breve letargo al que le ha conducido su fatiga y dice a la joven: creo que he tenido un sueño en que recorría tu cuerpo palmo a palmo y no atisbaba rastro alguno de tatuajes. ¿Y qué más aparecía en tu sueño?, pregunta Ito Kabane. Aparecías tú en distintos tiempos, vistiendo con prendas que unas veces eran antiguas y otras actuales, maquillada o a piel limpia. Tan pronto sugerente como reacia a mis solicitudes. Tus comportamientos parecían semejantes pero no lo eran, responde el viejo. Ella insiste. ¿No se trataría acaso de otras mujeres? Tatsuaki habla despacio, como si se esforzara por no dejar escapar el sueño. No, dice. Eras tú, sólo tú. Pero habitabas personalidades contradictorias. Cada una de ellas intentaba llevarme para sí desprendiéndose de las otras. Te mostrabas como la noble esposa de un sogún, que traicionaba a su marido enviado por el emperador a una guerra lejana. En otra ocasión eras una geisha sensible y delicada, educada en la corte antigua de Edo, que rompía la disciplina y la educación de una geisha para encontrarse a escondidas conmigo. Y cuando estaba a punto de disfrutar de su entregada habilidad desaparecía la mujer de compañía y tu rostro, sin haberse ajado lo más mínimo, se ofrecía como una aldeana juguetona y sonriente que abandonaba sus tareas campestres y me conducía a la orilla de un arroyo. Lo misterioso es que ninguna de aquellas mujeres, que eran la misma, llevaba tatuaje alguno en sus cuerpos. La joven se sintió halagada por el relato fantasioso del viejo. Luego le objetó. Pero son personajes que en la vida real debieron tener caras y actitudes muy distintas debido a sus roles, que vestirían con prendas que no se parecerían en absoluto, y seguramente sus modales no tendrían nada que ver entre sí. Seguro que ninguna de ellas era yo, volvió a la carga. Creo, más bien, que antiguas amantes han aparecido en tus sueños, sin duda llegadas para disputar por celos mi presencia, dijo con abierta picardía. Tatsuaki rió. No me veo tan viejo como para haber vivido en tiempos de los sogunes o de las geishas, y mi infancia campesina queda ya muy lejana. No te equivoques. Aunque fuera mi sueño yo sé que se basaba en lo vivido esta noche aquí contigo. ¿Acaso has descubierto tantas personalidades dentro de mí?, sugirió la joven. ¿O has jugado a inventarlas y a recrearte en ellas? El fotógrafo, saliendo de su lasitud, respondió apartando de golpe la sábana que cubría a la mujer. ¿Ves cómo no tienes ningún tatuaje?, dijo mientras admiraba la desnudez insólita, irrepetible, de Ito. Como las mujeres del sueño.



2 comentarios:

  1. Su imaginación le llevaba a ver varias mujeres en una sola.

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    1. Pudiera ser. Además la imaginación de un sueño es más incontrolable que la de la conciencia despierta. Saludo.

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